martes, 22 de marzo de 2011

Sacramento de la Alegría II

El regocijo de sus brazos

Dicen los letrados que este sacramento se instituyó con las palabras: "A quienes perdonéis los pecados les quedan perdonados; a quienes se los retengáis les quedan retenidos" (Jn 20,23). No lo puedo entender como la concesión de un poder y, mucho menos, de una potestad para retener pecados, contraria al Dios Misericordia revelado por Cristo. En ese pasaje oigo un envío urgente a ayudar. De hecho viene justo después: "Como el Padre me ha enviado, así os envío yo a vosotros" (Jn 20,21).
El poder de la Iglesia, como el del sol, no es otro que iluminar y calentar. Por más que interpretaciones literales e interesadas hayan querido defender la prepotencia de una institución emanada del Amor. Quizás una bien intencionada "misión de salvar" se confundió con el poder absoluto de las organizaciones políticas circundantes. ¿Podría entenderse un supuesto poder del sol para hundir en la oscuridad a determinados seres humanos? ¡Eso es una interpretación "contra natura"!.

There be dragons

jueves, 10 de marzo de 2011

El sacramento de la Alegría

Los antecedentes:
¿Por qué los católicos de hoy se confiesan poco o nada? Es incompleto responder que se ha perdido religiosidad y fervor. En mi opinión queda muchísima gente auténtica, que se siente Iglesia y que tiene verdadera "determinación de progresar", pero a la que la rutina y las formas caducas le hacen daño. Se hace necesario profundizar y recuperar el origen, la autenticidad del Evangelio.
Los católicos sabemos que este sacramento es fuente de vida y fue instituido por Cristo. Pero sabemos igualmente que "las formas" han sido establecidas por la Jerarquía conforme a las luces y circunstancias de cada época. Tales formas, por tanto, pueden cambiarse. La práctica actual se centra en la "confesión de boca" y el "cumplimiento de la penitencia". Las denominaciones empleadas lo confirman: confesión, confesarse, sacramento de la penitencia.
Sin embargo, la esencia de este sacramento está en la vuelta al Padre, en la conversión, en la elección del bien y consiguiente rechazo del mal. Es lo que en la formulación tradicional se ha llamado "contrición de corazón" y "propósito de la enmienda", relegados hoy al secreto personal.